
En la toponimia madrileña, los árboles tienen una gran presencia y significado. Muchas localidades en la región llevan en su nombre el de un árbol o incluso de un bosque completo. La madera, los frutos y los oficios relacionados con la naturaleza han sido elementos fundamentales en las historias locales.
Por ejemplo, en la Sierra Oeste encontramos La Fresneda en El Escorial, Fresnedillas de la Oliva, Aldea del Fresno a orillas del Alberche y Fresno de Torote. Estas localidades hacen referencia a los fresnos, árboles que han marcado la historia de la zona. El acebo, una planta protegida que alcanza alturas de hasta 10 metros, también tiene su presencia en la Sierra Norte, en lugares como La Acebeda y el Acebal de Robregordo en Robregordo.
Los álamos, con su distintiva presencia en choperas y alamedas cercanas a ríos, son apreciados por su capacidad para recuperar suelos degradados. Localidades como El Álamo, Alameda del Valle, Santa María de la Alameda y Torres de la Alameda hacen referencia a estos árboles. El despoblado de El Alamín, en Villa del Prado, también forma parte de esta historia.
En cuanto a los frutales, Manzanares El Real tuvo en su día manzanos cultivados en tierras fértiles ahora sumergidas bajo el embalse de Santillana. Hoyo de Manzanares, con sus manzanos en el Real de Manzanares, y Perales de Tajuña, con sus perales en la Vega del Tajuña, son ejemplos de la riqueza frutal de la región.
Los olmos, quejigos y olivos también tienen su lugar en la toponimia madrileña. Localidades como Vadeolmos, Villar del Olmo y Olmeda de las Fuentes hacen referencia a estos árboles emblemáticos. Por otro lado, las encinas, endrinos y pinos, presentes en lugares como Alcalá de Henares, Alcorcón y Robledillo de la Jara, siguen siendo parte importante del paisaje madrileño.
La Comunidad de Madrid alberga una diversidad de árboles que no solo enriquecen el entorno natural, sino que también cuentan historias de tradición y cultura arraigadas en cada localidad. La relación entre los árboles y la identidad de los pueblos madrileños es un testimonio vivo de la importancia de la naturaleza en nuestra historia y sociedad.
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