El poblado chabolista de Leganés Norte ha resurgido, a pesar de haber sido desmantelado este mismo verano. Los vecinos del barrio observan con preocupación cómo vuelve a crecer, con una constante ida y venida de sus habitantes. Se estima que más de 40 chabolas han vuelto a aparecer, careciendo de servicios básicos como agua y luz.
Al adentrarse en el poblado, se revela un escenario desolador. Los residentes, con vidas en suspenso, comparten sus historias de lucha diaria. Uno de ellos, de 73 años, relata su difícil situación: «Llevo aquí casi cinco años. He pasado frío. No tengo trabajo, no puedo trabajar y no tengo dinero para comer».
Las precarias condiciones de vida son evidentes en cada rincón del asentamiento. Un hombre describe su vivienda como «todo barro y todo muy mal», mientras lucha por mantenerse en un lugar que la policía intenta desalojar constantemente.
Este círculo vicioso de desalojos y retornos caracteriza a este y otros asentamientos similares, donde la falta de alternativas habitacionales y sociales condena a sus habitantes a una vida en los márgenes. A escasos metros de un barrio que observa con impotencia cómo el problema se perpetúa, la realidad de estos poblados chabolistas sigue siendo un desafío sin resolver en la sociedad actual.
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