
La calle Puerto Confranc en Puente de Vallecas ha sido escenario de un esperado desalojo este miércoles, poniendo fin a la ocupación que varias familias mantenían en el número 5 de la vía desde hace años. Este operativo ha sido especialmente significativo para Lola, la única inquilina legal del edificio, quien ha vivido en medio de amenazas y degradación durante demasiado tiempo.
María, la hija de Lola, relata el calvario que han vivido: «Ha estado viviendo ahí malamente y con vecinas que no eran de aquí. Continuamente han querido tirar la puerta de la casa de mi madre, le han estado dando patadas en el portal». La situación llegó a tal extremo que incluso recibieron preguntas sobre si su casa estaba disponible para ser ocupada.
Mientras se llevaba a cabo el desalojo, el interior del inmueble mostraba un panorama caótico, con personas recogiendo sus pertenencias y trabajadores iniciando labores para evitar una nueva ocupación. Ángel, uno de los operarios, señaló las precarias condiciones del edificio y la necesidad de derribar muros para prevenir futuras ocupaciones.
El bloque de seis viviendas quedó casi vacío tras el desalojo, a la espera de que abandonen el inmueble las dos viviendas que aún tienen moradores. A pesar de ello, un hombre que reside allí con su pareja y sus cuatro hijos desde hace ocho meses afirmó que se marcharán pronto.
El problema de la ocupación va más allá, ya que los vecinos señalan un punto en la planta baja donde se trafica con droga. A pesar de las acusaciones, una de las ocupantes defendió: «Nos vamos a ir. Acá no se vende nada de sustancias ilícitas. Entramos hace tiempo, nos vendieron la casa hace tiempo».
Los residentes de la zona temen no solo que vuelvan a ocupar las viviendas, sino también que el narcotráfico, que había encontrado refugio en el edificio, vuelva a deteriorar sus calles. Tras años de inseguridad y abandono, el desalojo representa una esperanza, pero exigen soluciones permanentes para que la tranquilidad finalmente reine en el vecindario.
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